Espiritualidad
Su primer libro se titulaba De la unidad trascendente de las religiones. ¿Puedo preguntarle cómo debe entenderse esta unidad?
Frithjof Schuon | Nuestro punto de partida es el reconocimiento del hecho de que existen diversas religiones que se excluyen mutuamente. Esto podría significar que una religión es verdadera y las demás son falsas; también podría significar que todas son falsas. En realidad, significa que todas son verdaderas, no en su exclusivismo dogmático, sino en su significado interior unánime, que coincide con la pura metafísica o, en otras palabras, con la Philosophia perennis.
¿Cómo podemos saber que este significado metafísico es la verdad?
FS | La perspectiva metafísica se basa en la intuición intelectual, que por su propia naturaleza es infalible porque es una visión mediante el puro Intelecto, mientras que la filosofía profana opera solo con la razón, por lo tanto, con supuestos lógicos y conclusiones.
Siendo esto así, ¿cuál es la base de la religión?
FS | La perspectiva religiosa, dogmática o teológica se basa en la revelación; su propósito principal no es explicar la naturaleza de las cosas o los principios universales, sino salvar al hombre del pecado y la condenación, y, también, establecer un equilibrio social realista.
Si ya tenemos la religión, que nos salva, ¿para qué necesitamos la metafísica?
FS | Porque la metafísica satisface las necesidades de hombres dotados intelectualmente. La verdad metafísica no solo concierne a nuestro pensamiento, sino que penetra también todo nuestro ser; por eso está muy por encima de la filosofía en el sentido ordinario de la palabra.
En el plano espiritual, ¿qué necesita todo ser humano?
FS | Tres cosas: la verdad, la práctica espiritual y la moral. La verdad pura y sin velos coincide con la metafísica; los dogmas religiosos son símbolos de las verdades metafísicas; la comprensión profunda del simbolismo religioso es el esoterismo. La pura metafísica está oculta en toda religión.
¿Y la práctica espiritual?
FS | La práctica espiritual es esencialmente la oración. Hay tres formas de oración: en primer lugar, la oración canónica, por ejemplo, el Padrenuestro; en segundo lugar, la oración personal, cuyo mejor modelo lo proporcionan los Salmos; en tercer lugar, la oración del corazón contemplativa; ésta es la espiritualidad mística, que requiere ciertas condiciones. El relato del “Peregrino ruso” ofrece una imagen de ello; también los textos hindús sobre el japa-yoga, la invocación metódica.
¿Y la moral?
FS | Es la tercera dimensión de la vida espiritual tras la verdad y la práctica espiritual. Por un lado, la moral quiere decir un comportamiento razonable, sano y generoso; por otro, quiere decir la belleza del alma, y por lo tanto la nobleza intrínseca. Sin esta cualidad la doctrina y la práctica espiritual serían estériles.
Se ha referido usted antes a la intuición espiritual. ¿No posee todo hombre esta facultad?
FS | Sí y no. En principio todo hombre es capaz de intelección, por la simple razón de que el hombre es el hombre; pero de hecho la intuición intelectual –el “ojo del corazón”- está oculta bajo una capa de hielo, por decirlo así, a causa de la degeneración de la especie humana. Por eso podemos decir que la pura intelección es un don y no generalmente una facultad humana.
¿Es posible desarrollar esta intuición superior?
FS | No hay necesidad de desarrollarla. El hombre puede salvarse con solo la fe. Pero es evidente que una persona muy piadosa o contemplativa tiene más intuición que una persona mundana.
Arte
¿Puedo preguntarle cuál es el papel del arte en la existencia espiritual del hombre?
FS | Podríamos decir que, tras la moral, el arte –en el sentido más amplio de la palabra- es una dimensión natural y necesaria de la condición humana. Platón dijo: “La Belleza es el esplendor de la Verdad”. Digamos pues que el arte –incluida la artesanía- es una proyección de la verdad y la belleza en el mundo de las formas; es, ipso facto, una proyección de los arquetipos. Y esencialmente es una exteriorización con miras a una interiorización; arte no quiere decir dispersión, quiere decir concentración, un camino de retorno a Dios. Toda civilización tradicional ha creado un marco de belleza: un entorno natural y ecológicamente necesario para la vida espiritual.
¿Cuáles son los criterios para conocer el valor de una obra de arte, su nivel de inspiración?
FS | Los arquetipos del arte sagrado son inspiraciones celestiales; todas las demás obras de arte sacan su inspiración de la personalidad espiritual del artista. Los criterios para conocer el valor de una obra de arte son: el contenido de la obra, su modo de expresión y su técnica, su estilo.
¿Son diferentes los criterios para los varios tipos de arte: pintura, escultura, danza, música, poesía y arquitectura?
FS | No, los criterios para los varios tipos de arte no son diferentes.
En la belleza existe lo que podríamos llamar un elemento ambiguo, porque puede llevar a una infatuación mundana o, al contrario, al recuerdo de lo Divino. ¿Por qué en algunas artes –la música, la poesía y la danza, por ejemplo, – el elemento de ambigüedad es más pronunciado?
FS | La pintura y la escultura son de algún modo más cerebrales y objetivas que la poesía, la música y la danza, que son más psíquicas y subjetivas; por lo tanto, el elemento de ambigüedad es más marcado en estas tres artes.
¿Puede decirse que la noción hindú de darshan es de aplicación en la experiencia del arte y la belleza?
FS | Por supuesto, la noción hindú de darshan es de aplicación en toda experiencia estética o artística, pero en este caso también implica las percepciones mentales y auditivas, no solo la visión.
¿Se puede decir que existe una conexión entre la belleza en el sentido más amplio y el esoterismo?
FS | Sí, existe una conexión entre la belleza y el esoterismo, porque “la Belleza es el esplendor de la Verdad”. El arte tradicional es esotérico, no exotérico. El exoterismo está interesado en la moral, no en la belleza; puede incluso suceder que el exoterismo se oponga a la belleza por prejuicios moralistas.
¿Sería legítimo decir que el esoterismo tiene ciertos derechos en relación con el arte y la belleza que trascienden los límites y prohibiciones establecidos por los diversos exoterismos?
FS | En principio, el esoterismo tiene ciertos derechos que trascienden las prohibiciones del exoterismo pero, de hecho, el esoterismo rara vez puede hacer uso de estos derechos. Sin embargo, se han dado casos, por ejemplo, con las danzas de los derviches o con algunas pinturas tibetanas aparentemente desvergonzadas.
Además de las “bellas artes”, existe –en Japón, por ejemplo- el arte del arreglo floral, la ceremonia del té, incluso las artes marciales, que se reconocen (o se reconocían) como manifestaciones de naturaleza espiritual. ¿Cómo es posible que una actividad tan “cotidiana” como la preparación del té pueda convertirse en el vehículo de una barakah (gracia) espiritual?
FS | Las artes Zen –como la Ceremonia del Té- cristalizan ciertos modos de actuar del Buddha, o digamos: del Hombre Primordial; ahora bien, el Buddha nunca manejó una espada, pero de hacerlo lo hubiera hecho como un maestro Zen. Actuar como el Buddha –incluso en un plano como el de la preparación del té- significa asimilar algo de la naturaleza del Buddha; es una puerta abierta a la Iluminación.
El arte moderno no es tradicional. ¿Quiere esto decir que una obra de arte moderna es necesariamente mala?
FS | No, porque una obra de arte moderna –moderna en el sentido más amplio- puede manifestar diversas cualidades, tanto en relación con el contenido como con el tratamiento y también con el artista. Algunos productos tradicionales son malos, y algunos productos no tradicionales son buenos.
¿Qué significa el arte para el propio artista?
FS | Al crear una obra de arte noble, el artista trabaja con su propia alma; en cierto sentido, crea su propio arquetipo. Por lo tanto, la práctica de todo arte es una vía de autorrealización, en principio o también de hecho. Con temas sin importancia o incluso negativos, el artista puede no verse afectado intencionadamente, pero con temas nobles y profundos, trabaja con su propio corazón.
Primordialidad
Su libro El Sol Emplumado revela su interés en los indios norteamericanos. ¿Puedo preguntarle cuál es el estímulo de este interés o de esta afinidad?
FS | Los indios pieles rojas -y especialmente los indios de las praderas- tienen mucho en común con los samuráis japoneses, que muy a menudo practicaban la espiritualidad Zen; moral y estéticamente hablando, los indios de las praderas eran uno de los pueblos más fascinantes del mundo. El gran error del siglo diecinueve fue distinguir solo entre “gente civilizada” y “salvajes”; hay distinciones que son mucho más reales e importantes, porque es obvio que la “civilización” en el sentido corriente del término no es el valor más elevado de la humanidad, y también que el término “salvaje” no es apropiado para los indios. Lo que da valor a un hombre no es ni su cultura mundana ni su inteligencia práctica o inventiva, sino su actitud frente a lo Absoluto; y quien tiene el sentido de lo Absoluto nunca olvida la relación entre el hombre y la Naturaleza virgen, porque la Naturaleza es nuestro origen, nuestra patria natural y el Mensaje más transparente de Dios. Para el historiador árabe Ibn Khaldun, la condición misma de una civilización realista es el equilibrio entre beduinos y habitantes de la ciudad, lo que significa entre nómadas y sedentarios; entre los saludables hijos de la naturaleza y los representantes de valores culturales elaborados.
Sus libros de arte El sol emplumado y especialmente Images of Primordial and Mystic Beauty tratan el misterio de la desnudez sagrada. ¿Puede usted explicar en pocas palabras el sentido de esta perspectiva?
FS | La desnudez sagrada –que desempeña un papel importante no solo para los hindúes sino también para los indios americanos- se basa en la correspondencia analógica entre lo “más exterior” y lo “más interior”: el cuerpo se ve así como el “corazón exteriorizado”, y el corazón por su parte “absorbe” por decirlo así la proyección corporal; “los extremos se tocan”. Se dice, en la India, que la desnudez favorece la irradiación de las influencias espirituales, y también que la desnudez femenina en particular manifiesta a Lakshmi y por consiguiente tiene un efecto benéfico en el ambiente. De forma totalmente general, la desnudez expresa –y actualiza virtualmente- un retorno a la esencia, al origen, al arquetipo, y por consiguiente al estado celestial: “Y por esto, desnuda, danzo”, como dijo Lallâ Yôgishwarî, la gran santa de Cachemira, tras haber encontrado el Sí divino en su corazón. Por supuesto, en la desnudez hay una ambigüedad de facto debido a la naturaleza pasional del hombre; pero no solo existe la naturaleza pasional, también existe el don de la contemplatividad que puede neutralizarla, como es el caso precisamente de la “desnudez sagrada”; de modo parecido, no solo existe la seducción de las apariencias, también existe la transparencia metafísica de los fenómenos que nos permite percibir la esencia arquetípica a través de la experiencia sensorial. San Nonos, cuando contempló a santa Pelagia entrando desnuda en la pila bautismal, alabó a Dios por haber puesto en la belleza humana no solo una ocasión para la caída, sino también una ocasión para la elevación hacia Dios.
IV. Mensaje
¿Cuál sería su mensaje para el hombre corriente?
FS | La oración. Ser humano significa estar en conexión con Dios. Sin esto la vida carece de sentido. Oración y belleza, por supuesto; porque vivimos entre las formas y no en una nube. Belleza del alma en primer lugar, y después belleza de los símbolos a nuestro alrededor.
Ha hablado usted de metafísica. ¿Puedo preguntarle cuál es el contenido principal de esta sabiduría perenne?
FS | Metafísica quiere decir esencialmente: discernimiento entre lo Real y lo aparente, o ilusorio; en términos vedánticos: Âtmâ y Mâyâ; lo Divino y lo cósmico. La metafísica se ocupa también de las raíces de Mâyâ en Âtmâ –esto es la Personificación Divina, el Dios creador y revelador- y de la proyección de Âtmâ en Mâyâ– esto es, de todo lo que es bueno y positivo en el mundo. Y esto es esencial: el conocimiento metafísico exige la asimilación intelectual, psíquica y moral: el discernimiento exige concentración, contemplación y unión. Por lo tanto, la teoría metafísica no es una filosofía en el sentido moderno de la palabra; es esencialmente sagrada. El sentido de lo sagrado es una cualificación indispensable para la realización metafísica, como lo es para toda vía espiritual. Para los indios pieles rojas, como también para los hindúes, todo en la naturaleza es sagrado; esto, el hombre moderno tiene que aprenderlo, porque es una cuestión de ecología en el sentido más amplio de la palabra. Lo que se necesita en primer lugar es la oración; y después: ¡volver a la Naturaleza! Se puede objetar que es demasiado tarde; pues bien, cada persona es responsable de lo que hace -no de lo que hacen los demás- porque cada uno permanece ante Dios y puede hacer lo que se le exige por su alma inmortal. El primer paso para la vuelta a la Naturaleza es la dignidad; dignidad de las formas y de la conducta; esto crea el clima que favorece la oración, porque la dignidad participa de la Verdad inmutable.
Esta entrevista de Deborah Casey se publicó por primera vez en Quest magazine en 1996. Después se incluyó en la biografía escrita por Michael Fitzgerald Frithjof Schuon, Messenger of the Perennial Philosophy” publicada por World Wisdom en 2010. Se presenta aquí en la traducción de Josep M. Prats.